El 28 de marzo de 1980, un grupo de obreros que construían un bloque de apartamentos en la localidad israelí de Talpiot, al sur de Jerusalén, descubrieron la entrada a una tumba familiar del siglo I. Las excavadoras destruyeron un muro y parte del tejado, pero revelaron una entrada decorada con un símbolo formado por un círculo encerrado bajo una V invertida (ver foto).
En los meses posteriores se realizó la excavación de la tumba por arqueólogos de la Autoridad Israelí de Antigüedades (IAA). En el interior se hallaron 10 urnas de piedra caliza (denominados osarios) en un perfecto estado de conservación, seis de ellos con inscripciones. Los arqueólogos numeraron, estudiaron y trasladaron los osarios a almacenes de la IAA, y los huesos encontrados en su interior fueron enterrados en una fosa común.
Los expertos pudieron datar la tumba basándose en el conocimiento de que la práctica de amortajar el cuerpo del difunto y, posteriormente, colocar sus huesos en osarios de piedra caliza, comenzó en Jerusalén alrededor del siglo I a. C., y finalizó en el 70 d. C. con la destrucción del templo de Jerusalén por parte de los romanos. Los osarios se elaboraban a mano y, además de la urna más o menos decorada, constaban de una tapa del mismo material. Una vez introducidos los huesos del sujeto en el osario, éste se cerraba y se depositaba en un nicho excavado en el interior de una tumba familiar. En la siguiente ilustración podemos ver la disposición de los osarios hallada en los distintos nichos de la tumba de Talpiot, tumba de la que hablaremos largo y tendido en las siguientes entradas de este blog.
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