viernes, 12 de febrero de 2010

La tumba misteriosa (XIV)


Con este capítulo finalizamos la apasionante saga del misterio de la tumba de Talpiot. Conocí esta historia durante la semana santa del 2009, cuando, a continuación de la película “La pasión de Cristo”, Antena 3 TV emitió un documental titulado “La tumba perdida de Jesús”. El documental, producido por James Cameron, -el conocido director de Avatar, Titanic o Terminator, entre otras películas de éxito- contaba la historia que les he narrado en los anteriores capítulos.

Me sorprendió no haber oído nada sobre el asunto hasta ese momento. Incluso hoy, después de todo el tiempo transcurrido y los estudios realizados desde el descubrimiento de la tumba en 1980, la historia sigue siendo en gran parte desconocida por el público. ¿Cómo puede ser que la noticia no haya tenido una mayor repercusión en el mundo cristiano? Una de las razones podemos encontrarla en la forma en que fue descubierta: los osarios y los nombres grabados en las inscripciones eran comunes en el siglo I, así que inicialmente pasaron bastante desapercibidos. Por otra parte sigue existiendo una fuerte controversia acerca de si las evidencias son lo suficientemente sólidas como para justificar la afirmación de que la tumba es la del Jesús de la Biblia. Si el lector realiza una búsqueda en la web sobre la tumba encontrará abundante información, tanto a favor de la tesis como en su contra.

En este sentido parece existir entre los expertos una curiosa dicotomía: la mayoría acepta las evidencias arqueológicas relativas a personajes bíblicos contemporáneos de Jesús, como Simón el Cireneo y su hijo Alejandro, o del sumo sacerdote Caifás, -cuyos osarios los expertos afirman haber hallado-, pero son reacios a admitir esas mismas pruebas cuando se trata de Jesús y su familia.

En todo caso, si se demostrase que la de Talpiot es la tumba familiar de Jesús, se trataría de la primera evidencia arqueológica tangible y directa del fundador del cristianismo y su familia. Una familia que incluiría a su madre, María, un Mateo, dos hermanos de nombres José y Santiago, probablemente a una esposa llamada "Mariamne" (¿María Magdalena?) y a un hijo de ambos llamado Judas.

Les invito a que vean pausadamente esa película, a modo de resumen de todo lo que hemos escrito en este blog. También les animo a que consulten los siguientes enlaces que, a buen seguro, les permitirán profundizar en los hechos un poco más. Espero que les haya gustado y que, como a mí, les haya parecido fascinante.
El documental, La tumba perdida de Jesús:


La tumba misteriosa (XIII)


Pero la tumba de Talpiot todavía guardaba una última sorpresa: en el último de los osarios, a la derecha del borde decorativo de una de las caras principales y bajo el borde de la tapa, los estudiosos encontraron la siguiente inscripción en arameo: “Yehudah Bar Yehshúah”, o lo que es lo mismo, Judas, Hijo de Jesús.


La sorprendente y provocativa idea de que Jesús y María Magdalena estuvieran casados y hubieran tenido descendencia no es nueva, aunque tampoco exenta de controversia. No hay ni una sola referencia a este hecho en los evangelios o en los escritos de los primeros cristianos. Sin embargo, en Juan 13:23, después de la Última Cena, un discípulo sin nombre reclina su cabeza sobre el pecho de Jesús. ¿Podría tratarse de un niño en el regazo de Jesús?

Por otra parte, en Juan 19:25-27, Jesús dice en la cruz: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Y, a continuación, dirigiéndose a un discípulo no identificado, añade: “He ahí tu madre”. La interpretación tradicional de este pasaje consiste en identificar a la que Jesús llama “Mujer” con su propia madre, pero una explicación alternativa sería la de que Jesús estuviese en realidad pidiéndole a María Magdalena, que también estaba presente, que cuidase y protegiese al hijo de ambos.

Si Judas hubiese sido realmente hijo de Jesús y María Magdalena es probable que su existencia hubiese sido un secreto bien guardado. Judas, al igual que Jesús, habría sido percibido como un peligro al orden establecido en la Judea del s. I, y hubiese tenido que afrontar un más que probable arresto y una más que previsible ejecución.

jueves, 11 de febrero de 2010

La tumba misteriosa (XII)


Mas no terminan aquí las sorpresas de la tumba de Talpiot. Cuando, años después de su descubrimiento, el Dr. Shimon Gibson, arqueólogo del Instituto Albright de Jerusalén, estudia el plano original de la tumba de 1980 y lo coteja con los osarios en poder de la Autoridad Israelí de Antigüedades, detecta una discrepancia: el plano indica que en la tumba se hallaron diez osarios, pero en los almacenes de la Autoridad Israelí de Antigüedades sólo figuran nueve. Uno de los osarios de Talpiot se perdió de algún modo y en alguna parte… sin ni siquiera haber sido catalogado ni fotografiado.

Pero en octubre de 2002 apareció un osario de piedra del s. I de una colección privada. Llevaba la inscripción “Ya’akov Bar Yoshef Akhui di Yehshúah” (Santiago, Hijo de José, Hermano de Jesús). El propietario era Oded Golan, un famoso coleccionista privado, quien dijo haber comprado el osario décadas atrás a un comerciante de antigüedades árabe en la ciudad vieja de Jerusalén. Golan dijo no haber sido consciente, en el momento de la compra, de la importancia del osario, ni siquiera de que el Jesús bíblico tenía un hermano.


Este importante hallazgo se vio pronto rodeado por la polémica. La procedencia era turbia (Golan no recordaba el nombre del comerciante de antigüedades al que había comprado el osario), y la inscripción dudosa. En 2003, la Autoridad Israelí de Antigüedades declaró que el osario en sí era una pieza auténtica del s. I, pero que parte de la inscripción (la que reza “Hermano de Jesús”) era una falsificación. Sin embargo, el hallazgo entraba en conflicto con otros estudios realizados por el Museo Real de Ontario, en Toronto, y el Estudio Geológico de Israel, para quienes la inscripción era auténtica. En 2006, el Profesor Wolfgang E. Krumbein, de la Universidad Oldenburg de Alemania, una eminencia mundial en el estudio de pátinas acumuladas en piedra, declaró que la inscripción era auténtica, y explicó que la lectura de isótopos que realizó la Autoridad Israelí de Antigüedades y que la indujo a afirmar que dicha inscripción se trataba de una falsificación, se debía casi con total probabilidad al hecho de que la escritura había sido limpiada, más que falsificada, por un vendedor de antigüedades excesivamente aplicado. En todo caso, no existe controversia alguna con la primera parte de la inscripción, la que reza “Santiago, Hijo de José”.

¿Pero quién era este personaje? Después de la muerte de Jesús, su hermano Jacob o, lo que es lo mismo, Santiago, continuó su ministerio y congregó a bastantes seguidores. Las escrituras cristianas nos dicen que fue muy respetado tanto por los primeros cristianos como por los judíos fariseos, y en el s. I, el historiador judío Flavio Josefo dedica más tiempo a Jacob que a Jesús. Pero al igual que su hermano Jesús, el miedo a su popularidad e influencia religiosas lo llevaron a la muerte. El sumo sacerdote Anás lo condenó a ser lapidado en Jerusalén, en lo que se consideró un acto de asesinato judicial. Los numerosos relatos de la vida de Jacob muestran a un cristiano de tal importancia que, de haber sido posible, habría sido enterrado al lado de Jesús.

Un estudioso vio la colección de Golan en 2002 y sugirió que el osario podría pertenecer a la familia de Jesús, iniciándose así una polémica ya famosa. ¿Podría tratarse del osario perdido de la tumba de Talpiot?

Para contestar a esta pregunta, científicos del Laboratorio Criminal del condado de Suffolk, Nueva York, estudiaron la pátina del osario, esto es, la composición mineralógica de los sedimentos acumulados por el osario durante los siglos de estancia en la tumba, y la compararon con la del resto de los osarios de Talpiot. Encontraron que la pátina del osario de Jacob concordaba con los restantes de la tumba de Talpiot y, lo que es más importante, no encajaba con ninguna de las pátinas de otros osarios procedentes de otras tumbas diferentes elegidas al azar. El resultado corrobora que el osario de Jacob es el décimo osario de la tumba de Talpiot. El impacto de este descubrimiento, al incluir la inscripción de este último osario en el estudio estadístico al que nos referíamos en el capítulo anterior, reduce la probabilidad de que dichos nombres aparezcan juntos por azar a una entre 30.000.

miércoles, 10 de febrero de 2010

La tumba misteriosa (XI)


El Dr. Andrey Feuerverger, profesor de estadística de la Universidad de Toronto, analizó la probabilidad de que la coincidencia de los nombres en los osarios de la tumba de Talpiot con los que aparecen en la Biblia fuesen el resultado de un capricho del azar. El estudio se basó en el análisis de las frecuencias de los nombres judíos en la época de Cristo, obtenidos por medio de fuentes arqueológicas o históricas. De acuerdo con la estadística, si estuviésemos en una calle atestada del Jerusalén antiguo y gritásemos el nombre de Jesús, nos respondería el 4% de los hombres; si gritásemos el nombre de Miriam nos contestaría el 25% de las mujeres. Ambos nombres eran, pues, comunes.

Pero lo que explica Feuerverger, es que si gritásemos el nombre de un Jesús con un padre llamado José, una madre llamada “Mariah”, y un hermano llamado “Yosha”, las probabilidades de que alguien nos respondiese serían muy bajas. Tenemos, por tanto, las siguientes probabilidades para los distintos nombres:


Jesús, Hijo de José: 1 entre 190.
María: 1 entre 4.
Mateo: 1 entre 40.
José: 1 entre 20.
Mariamne: 1 entre 160.

Por lo tanto, la probabilidad de encontrar juntos los cinco osarios asociados a esos nombres es 1 entre 97.280.000 (1/190 x ¼ x 1/40 x 1/20 x 1/160). Dado que Feuerverger aplica un enfoque conservador, elimina a Mateo de la fórmula, puesto que no es un pariente próximo conocido de la familia de Jesús. Esto nos da una probabilidad de 1 entre 2.432.000. Feuerverger divide también el resultado por cuatro para compensar cualquier prejuicio no intencionado en los datos históricos, y a continuación vuelve a dividir el resultado por mil, que son aproximadamente todas las tumbas del siglo I en Jerusalén. Al final, su modelo concluye que sólo hay una probabilidad entre 600 de que la tumba de Talpiot no sea la tumba de la familia de Jesús.

Nótese que para que el cálculo de Feuerverger pueda considerarse válido han de cumplirse varias premisas, incluidas las siguientes:
  1. Que “Mariamne e Mara” es una forma singular de designar a María Magdalena (téngase en cuenta que esta hipótesis es altamente controvertida, y modifica sustancialmente el resultado del cálculo de probabilidades).
  2. Que el José con la inscripción “Yoshano es el mismo personaje que el “Yoshef” del osario con la inscripción “Yehshúah Bar Yoshef”.


La tumba misteriosa (X)


Pero si el osario encontrado en la tumba de Talpiot con la inscripción “Mariamne e Mara” corresponde a María Magdalena, entonces surgen algunas preguntas...

La creencia más común, basada en la tradición medieval, es que tras la muerte de Jesús, sus discípulos fueron expulsados de Judea y dispersados por todo el mundo antiguo, extendiendo de este modo la palabra de Dios. Según la tradición cristiana, María Magdalena habría viajado a la actual Francia, predicado la nueva religión y fallecido allí. Sin embargo en el evangelio de Felipe, el texto que contiene el relato más antiguo de la vida y los viajes de María Magdalena, ella no muere en Francia: regresa al valle del Jordán y es allí donde fallece y es enterrada. ¿Sería, pues, tan extraño encontrar a María Magdalena en la tumba de Jesús?

Pero aquí encontramos una nueva dificultad: la de Talpiot es una tumba familiar: no deberíamos esperar hallar en ella osarios pertenecientes a personas no emparentadas familiarmente. Sin embargo, no hay ninguna relación familiar conocida entre Jesús y María Magdalena.

Un equipo de investigación decidió entonces estudiar el ADN obtenido de fragmentos de huesos y residuos encontrados en los osarios. Los investigadores fueron capaces de extraer muestras utilizables de sólo dos de ellos: los que llevaban las inscripciones “Yehshúah Bar Yoshef” y “Mariamne e Mara”. Las muestras fueron enviadas al laboratorio de paleoADN de la Universidad de Lakehead, en Canadá, uno de los cinco laboratorios en el mundo capaces de analizar ADN antiguo. Las muestras de ADN nuclear se encontraban muy deterioradas, pero el laboratorio fue capaz de recuperar muestras de ADN mitocondrial. El ADN mitocondrial se transmite exclusivamente por línea materna, así que su análisis sólo permite discernir si dos o más individuos están, o no, emparentados por esa vía.

En este caso el laboratorio determinó que los restos de los individuos depositados en los mencionados osarios no estaban emparentados por línea materna. De acuerdo con el Profesor Dr. Carney Matheson, del laboratorio de paleoADN, dado que ambas muestras habían sido extraídas de dos osarios pertenecientes a una misma tumba familiar, lo más probable es que dichos individuos hubieran sido marido y mujer. ¿No les viene a la memoria el famoso Código da Vinci?

martes, 9 de febrero de 2010

La tumba misteriosa (IX)


En 1980 los arqueólogos habían ya clasificado y catalogado cuatro osarios de la tumba de Talpiot con las inscripciones “Yehshúah Bar Yoshef” (Jesús, Hijo de José), “Mariah” versión latinizada de Miriam, “Matthiyah” o Mateo, y “Yosha”, un raro diminutivo de José. En un quinto osario encontraron la inscripción en griego “Mariamne e Mara” (Mariamne, la Maestra). “Mariamne” se tradujo como una forma poco frecuente de “Miriam”, pero, ¿tendría sentido encontrar dos Marías en la tumba de Jesús?



La Biblia nos habla de una María de Magdala, o María Magdalena, y nos la presenta con un nombre y un título. Magdala era un centro comercial importante en la región del mar de Galilea, donde se hablaba griego, además de arameo. La tradición cristiana sugiere que María Magdalena y su hermano Felipe predicaban a los judíos de habla griega y es, por tanto, plausible que su familia y seguidores escribieran su nombre en griego. Curiosamente, de todos los osarios hallados en la tumba de Talpiot, el de Mariamne es el único con una inscripción en griego. ¿Podría tratarse de la misma persona?

Una de las historias más famosas asociadas con María Magdalena se encuentra en el evangelio de San Juan, donde Jesús impide la lapidación de una mujer condenada por adulterio. Pero en el texto bíblico no hay nada que permita identificar a la mujer, cuyo nombre se omite, con María Magdalena. Es una tradición cristiana posterior la que relaciona a ambas mujeres, al igual que relaciona también a la Magdalena con otra mujer cuyo nombre no se proporciona en el evangelio de San Lucas. En dicho pasaje, una pecadora unge los pies de Jesús y los seca con su cabello.

En la actualidad los estudiosos creen que María Magdalena y las dos mujeres no nombradas en los evangelios de San Juan y San Lucas son mujeres distintas. La tradición de vincular a la Magdalena con esas pecadoras se remonta a un giro de la iglesia en los últimos siglos, cuando se excluyó a las mujeres de ser consagradas como líderes religiosos. Anteriormente sí se ordenaba a las mujeres y María Magdalena era muy respetada como misionera en muchos escritos de los primeros cristianos. Algunos expertos creen incluso que el hecho de pasar a ser tan denostada en épocas posteriores es la mejor prueba de la enorme importancia que tuvo como discípula y seguidora de Jesús. El fuerte liderazgo de María Magdalena se vería cada vez con más recelo en una iglesia dominada por hombres. Por eso, a partir del s. II, cuando los padres de la Iglesia comenzaron a suprimir los primeros escritos cristianos por docenas, la Iglesia rechazó dos textos que mostraban una gran estima por María Magdalena: el evangelio de María Magdalena y un texto que describía el ministerio de su hermano, el evangelio de Felipe. Durante siglos sólo quedaron fragmentos de esos textos, y muchas partes se consideran perdidas para siempre.

Pero en 1974, en el monasterio de Xenophontos, en el monte Athos (Grecia), un profesor de la Universidad de Harvard descubrió un manuscrito de 700 años de antigüedad: se trataba de la copia más completa jamás encontrada del evangelio de Felipe, un texto del s. IV. Según su descubridor, dicho texto proporciona una descripción temprana de María Magdalena, no adulterada por la tradición cristiana posterior. En dicha obra María Magdalena aparece como una misionera de Jesús, al mismo nivel que el resto de los discípulos: predica, enseña, bautiza, y hasta lleva el título de apóstol. De ser así, el alias de “Mara” encontrado en el osario de “Mariamne” podría deberse a un hecho extraordinario: “Mara”, en arameo, significa “Maestra”, lo cual concordaría con el papel que desempeñaba María Magdalena entre sus discípulos de acuerdo con el evangelio de Felipe.

Pero, aquí viene lo mejor: ¿saben cómo se menciona a María Magdalena en el evangelio de Felipe? En efecto, “Mariamne”. Podría tratarse de una casualidad, por supuesto, pero el de Talpiot es el único de todos los osarios jamás encontrados, tanto antes como después de esa fecha, con esa inscripción en griego.

lunes, 8 de febrero de 2010

La tumba misteriosa (VIII)


En el monte de los olivos, sobre el lugar en el que, según San Lucas, lloró el Señor al ver la futura destrucción del Templo de Jerusalén, se alza hoy el santuario de Dominus Flevit, construido en 1891 por monjes franciscanos. En 1953, durante una reforma del monasterio, quedó al descubierto un cementerio de dos mil años de antigüedad. Bellarmino Bagatti, un arqueólogo muy conocido, excavó parcialmente la necrópolis, y tras estudiar los osarios, afirmó que pertenecían a los primeros seguidores de Jesús.

En esta red de tumbas hallaron los franciscanos una caja con huesos que llevaba la inscripción de uno de los primeros cristianos más famosos de todos los tiempos: “Simon Bar Jonah” (Simón, Hijo de Jonás). Hoy en día sólo se conserva un fragmento del osario, precisamente el trozo que contiene la inscripción, y yace en un pequeño museo franciscano situado en la Iglesia de la Flagelación, en la Vía Dolorosa.




Según los evangelios, Jesús llamó a Simón, uno de sus doce apóstoles originales, “Pedro” (Piedra), o “Kepha” en arameo, pues sobre él pensaba erigir su iglesia. De acuerdo con la tradición, Pedro viajó a Roma, donde fue crucificado un tiempo después. Sin embargo, nunca se han encontrado pruebas arqueológicas sólidas en Roma de la muerte de Simón, Hijo de Jonás. Por el contrario, el osario encontrado en Dominus Flevit lleva su nombre.

Y eso no es todo: en el mismo santuario de Dominus Flevit, en lo que constituye una de las primeras necrópolis de cristianos conocida, se encontró un osario con el siguiente símbolo (ver foto). ¿Les viene algo a la memoria?


La tumba misteriosa (VII)


En 1980, la Autoridad Israelí de Antigüedades catalogó cuatro de los osarios encontrados en la tumba de Talpiot como osarios sin inscripciones. Pero eso no significa que no tuvieran nada: varios mostraban rosetas decorativas en los costados, y en el panel trasero del osario catalogado 80/506, se encontró una marca cruciforme (ver fotografía). Dicha cruz se descartó inmediatamente como símbolo cristiano y se identificó como una marca del artesano. En efecto: era costumbre habitual en el siglo I que los artesanos que elaboraban los osarios realizaran marcas en forma de cruz en algunas caras para indicar cómo debían de alinearse las tapas con las cajas. También era frecuente encontrar osarios con rosetas cruciformes empleadas como elementos decorativos, pero sin relación alguna con la simbología cristiana.

En la actualidad, nos resulta obvio asociar el símbolo de la cruz con el tormento de la crucifixión, pero esa asociación hubiera resultado muy desagradable en los años siguientes a la muerte de Jesús, pues sería como hacer de una silla eléctrica en nuestros días el símbolo de una nueva religión. Sólo siglos después, desaparecido el tormento de la crucifixión, pudieron los cristianos pasar del instrumento de tortura al símbolo religioso.

Sin embargo, tal vez los primeros cristianos sí empleasen cruces en sus ritos, pero cruces que no tenían nada que ver con la crucifixión. En la Biblia, Yahvé manda a Ezequiel a Jerusalén y le pide que marque con una cruz o una “tao” la frente de los justos. La letra tao se escribía muchas veces como una cruz, y el hecho de ser la última del alfabeto hebreo le proporcionaba un significado místico. En el Libro de las Revelaciones, Jesús dice: “Yo soy el Alfa y el Omega, lo Primero y lo Último, el Principio y el Fin”. Alfa y Omega eran la primera y última letra, respectivamente, del alfabeto griego. Pero como Jesús hablaba en arameo, en realidad habría dicho soy el “Aleph” y el “Tao”, así que no sería completamente absurdo que el símbolo de la cruz (la forma habitual de escribir el tao en el s. I) se hubiese convertido en el símbolo de la nueva religión. No obstante, esto no es más que una especulación, puesto que no existe ninguna evidencia arqueológica que permita vincular razonablemente el símbolo de la cruz con el cristianismo antes del s. IV de nuestra era.

Y sin embargo, en el osario de Talpiot con la inscripción “Jesús, Hijo de José”, aparece una tao labrada probablemente por el mismo autor de la inscripción (obsérvense detenidamente las fotografías mostradas en el capítulo 2, que muestran unos trazos como los que se reproducen más abajo). ¿Podría ser este símbolo el origen de la cruz cristiana y no, como habitualmente damos por supuesto, el tormento de la cruz?


La tumba misteriosa (VI)


En Jerusalén, en la quinta estación de la Vía Dolorosa, el vía crucis que recorrió Jesús con la cruz a cuestas, se puede leer la siguiente inscripción: “Simoni Cyrenaeo. Crux imponitur”. Fue allí donde, según los evangelios, se produjo el encuentro entre Simón el Cireneo y Jesús, cuando, tras haber tropezado y caído con la cruz, Simón, que había venido desde Cirene, ayudó al Nazareno a cargar con ella. Simón y su hijo Alejandro se encontraban entre los primeros seguidores de Jesús. Los expertos están de acuerdo en afirmar que su osario fue hallado en 1941, aunque, curiosamente, hoy descansa ignorado debajo de un estante en un almacén del departamento de arqueología de la Universidad Hebrea. Los nombres de Alejandro, hijo de Simón (Alexandros Simonos), y Simón aparecen labrados en caras opuestas de dicho osario, sugiriendo que los restos de ambos personajes, hijo y padre, fueron depositados en su interior. En la tapa puede leerse “Cirene”, región de la Libia moderna.


Pero ahora viene lo bueno: ¿saben qué marca se encontró en dicho osario? Vean la siguiente foto y díganme si no les recuerda algo. ¿Se han fijado en ese símbolo con forma de V invertida o Chevrón? ¿No les recuerda al icono que aparece en la entrada de la tumba de Talpiot? ¿Podría el Chevrón ser uno de los primeros símbolos empleados por los seguidores de Jesús?


Lamentablemente no existen apenas pruebas arqueológicas de los primeros cristianos hasta el siglo IV, cuando el emperador romano Constantino el Grande, por medio del Concilio de Nicea (año 325), legalizó el cristianismo. Ello propició que un movimiento, hasta entonces clandestino, pasara a ser aceptado por la sociedad civil.

Pero resulta difícil de creer que el cristianismo, que había sobrevivido a trescientos años de persecuciones para, a continuación, invadir todo el imperio romano, no hubiera dejado pruebas arqueológicas de su existencia antes de su legalización.

domingo, 7 de febrero de 2010

La tumba misteriosa (V)


En capítulos anteriores vimos cómo en tres de los osarios de la tumba de Talpiot se habían encontrado cuatro nombres: Jesús, José, María, Mateo. En un cuarto osario los arqueólogos encontraron otra inscripción en lengua hebrea: “Yosha”, un raro apodo de José. Tan raro, que de todas las inscripciones de osarios jamás halladas, no hay otra en la que se escriba así el diminutivo de José. Según la ley judía, si alguien tiene un apodo, éste se ha de poner en su ataúd o sepulcro.



Y… ¡asómbrense! En Mateo 13:55 y Marcos 6:3Iose” (una forma alternativa de “Yosha”), junto con Santiago, Simón y Judas, son identificados como hermanos de Jesús. “Iose” también es citado como hijo de María en Mateo 27:56, Marcos 15:40 y Marcos 15:47. La interpretación tradicional que la Iglesia Católica hace de estos versículos es que estos “hermanos” eran realmente primos, o tal vez hermanastros fruto de un matrimonio previo de José. Sin embargo, la idea de que Jesús tenía hermanos biológicos es aceptada hoy en día por la mayoría de los estudiosos protestantes. El rastro de “Iose” se pierde en los evangelios tras esas breves citas, pero si los osarios en la tumba de Talpiot pertenecen a la familia de Jesús, entonces, hemos encontrado por fin a José.

Así pues, hasta ahora hemos localizado en la tumba de Talpiot osarios con las siguientes inscripciones: “Yosha”, un raro apodo para el nombre de José, citado como “Iose” en la Biblia; “Mariah”, una versión latinizada empleada en los evangelios para referirse a la madre de Jesús; “Matthiyah”, un nombre habitual en la genealogía de la virgen; y “Yehshúah Bar Yoshef” (Jesús, Hijo de José).

La tumba misteriosa (IV)


Si el osario encontrado en la tumba de Talpiot con la inscripción “Mariah”, al que aludíamos en el capítulo anterior, fuese el de la virgen María, esperaríamos hallar en la tumba familiar otros nombres relacionados con su genealogía. La pregunta es: ¿se ha encontrado algún nombre en el resto de los osarios con inscripciones que podamos vincular a la madre del Jesús bíblico?

La respuesta podría proporcionarla otro de los osarios de Talpiot: el que lleva la inscripción “Matthiyah” (Mateo) en escritura hebrea. En un principio, este nombre no parece encajar con la familia conocida de Jesús. Las escrituras nos hablan de un Mateo, cuyo nombre original era Leví, hijo de Alfeo, y recaudador de impuestos en Cafarnaún. En Mateo 9:9 y Marcos 2:14, Jesús le convence para que abandone su ocupación de publicano y le siga. Las escrituras apenas contienen otros detalles de su vida, si exceptuamos una breve reseña en Hechos de los Apóstoles en la que se dice que se reúne con otros discípulos en Jerusalén tras la ascensión de Jesús. Mateo es considerado tradicionalmente como uno de los cuatro evangelistas, pero los estudiosos no creen que fuese un pariente consanguíneo de Jesús.



Sin embargo, abundan los motivos para creer que hubo muchos Mateos en su familia. Así, en Lucas, capítulo 3, aparecen nada menos que ocho variantes de “Matthiyah” en la genealogía de la virgen María, lo cual convierte en plausible la hipótesis de que el Mateo encontrado en la tumba de Talpiot fuese un pariente de Jesús por línea materna. De hecho, Mateo no, pero otros nombres bíblicos como Isaac o Jonás, habrían permitido descalificar la tumba como tumba familiar de Jesús, ya que no aparecen en ninguna de sus genealogías.

La tumba misteriosa (III)


El Jesús de los evangelios fue hijo de de María y José. Pero lo que mucha gente no sabe es que según la tradición cristiana tuvo dos hermanas: Miriam y Salomé. Y el evangelio de San Mateo nos dice que tuvo cuatro hermanos: Simón, Judas, Jacob (Santiago) y José.

Su padre adoptivo, José, descendía del rey David; pero José probablemente murió en Nazaret y fue enterrado allí, no en Jerusalén, así que no sería previsible encontrar su osario en la tumba familiar.

Su madre, María, también era de la estirpe del rey David; pero según la tradición cristiana, y a diferencia de su esposo, María sí habría muerto en Jerusalén.

Y en la misma tumba del osario con la inscripción “Jesús, hijo de José” se encontró otro nombre: “Mariah”, una versión latina de la Miriam hebrea. Y es así, precisamente, como aparece en los textos bíblicos al referirse a la madre de Jesús. Ya el primer evangelista, San Marcos, emplea esta forma latinizada de nombre para referirse a la virgen. Es muy raro ver ese nombre así escrito en hebreo: de los miles de osarios descubiertos hasta la fecha en el antiguo Jerusalén sólo ocho muestran nombres latinos transcritos en hebreo, lo que sugiere un status especial.


¿Podría ser esta “Mariah” la madre del Jesús bíblico?

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