Vale que estamos en el siglo XXI, que la vida ha cambiado mucho desde que internet está con nosotros y nos hemos mudado a esta parcelita en medio del ciberespacio. Puedo aceptar también que la gente de ahora salga de copas (que, curiosamente, no se beben) con amigos que ni siquiera existen, e incluso que algunos de ellos puedan llegar a mantener cierto tipo de relaciones que van más allá de la pura amistad a través de unos dibujitos que llaman avatares. Pero pretender encontrar un sucedáneo virtual para el incomparable placer que sentíamos cuando niños al explotar las burbujas del plástico para embalaje que protegía, por ejemplo, las cajas de las famosas galletas surtidas Fontaneda, me parece pasarse mucho de la raya y no tener respeto ya a nada.
Llaménme viejo, prehistórico o como quieran, pero no sé que aprenderán de la vida las nuevas generaciones si ninguno de los pocos placeres que pueden experimentar son ya reales. Y el caso es que Bubblewrap, la chorrada esta de las burbujas virtuales (que ya es de hace unos añitos, por cierto) tiene su punto. Incluso reconozco que resulta bastante viciosilla. Compruébenlo aquí, si quieren, pero recuerden que nada como el papel burbuja de toda la vida. Por cierto, lo vendo yo, y no cuesta ni un euro el metro cuadrado. Y eso pasado a burbujitas...
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