
Realmente no entiendo el por qué de está diferencia. ¿Qué sucede?; ¿es que no hay mujeres malas en el sentido literal de la palabra?; ¿es que siempre los malvados tenemos que ser los varones?. Aunque claro, contando en nuestro equipo con especímenes como Hitler, Calígula, Jack el destripador, Ramoncín (perdón, es broma, no he podido contenerme) o el señor austriaco que construye sótanos, no es de extrañar que seamos nosotros los que nos llevemos todos los honores en estos menesteres de la malicia. Y es que por mucho que pienso, no acabo de encontrar personajes femeninos que se puedan comparar con estos "angelitos". Imagino que será porque las mujeres son más inteligentes, y no suelen mancharse realizando las partes sucias del trabajo. Para eso ya nos tienen a nosotros. A los hombres nos va más eso de la sangre, las visceras y demás elementos de casquería. Así que resultamos una presa fácil de convencer. Sobre todo por una mujer. Acuérdense del famoso refrán de las carretas. Siendo así, ¿quién creen ustedes que es más malvado, el inconsciente individuo que ejecuta el crimen, o la persona que, sutilmente, le manipula y convence para cometerlo?.
Quizá se estén preguntando que a santo de qué me hago estas reflexiones un tanto misóginas. Les ruego que me sepan disculpar, pero a ustedes les ocurriría lo mismo, si tras terminar de leer la obrita de teatro que tienen incrustada con Issuu, un poco más abajo, hubiesen escuchado a la ambiciosa Lady Macbeth (la soprano sueca, Birgit Nilsson) cantar pérfidamente la famosa pieza de Verdi, "Nel di della vittoria":
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