Con esto del aniversario de la revuelta del dos de mayo me están entrando unas ganas de cargarme "franchutes" que mejor será que no me deje caer por el Carrefour en un tiempo. Es curioso, han pasado doscientos años de lo de Daoíz y Velarde, y en el inconsciente popular hispano (servidor incluido) todavía continúan supurando las afrentas gabachas decimonónicas.
Pero a lo que iba, quizá recuerden que hace unos meses les recomendé el libro que Pérez Reverte acababa de publicar sobre los acontecimientos de ese dramático día. Pues si no me han hecho caso, peor para ustedes. Lo acabo de concluir (estuve esperando a que se acercaran estas fechas para leerlo), y es un libro apasionante y muy bien documentado. Más que una novela parece un documental de estos que se hacen ahora grabando en tiempo real 24 horas de la vida de los protagonistas.
Otra buena opción para que se enteren con detalle lo acaecido en Madrid hace doscientos años, si no son muy dados a la lectura, sería que pudiesen ver el documental que ofreció ayer Telemadrid, titulado "Los héroes olvidados". Aunque a aquellos que no somos capitalinos no nos quedará más remedio que esperar a que esa cadena lo cuelgue en stream en su web, o que algún caritativo "bandolero cibernético" tenga a bien compartirlo con nosotros, los pobres provincianos, a través de métodos algo menos legales.
Y si tampoco son amigos de los documentales, todavía les quedará la posibilidad de imbuirse en el Madrid de Bonaparte, Murat y demás hijos de la gran p..., a través del entretenido folletín "2 de Mayo-La libertad de una nación", que aunque también ha sido estrenado recientemente en la cadena autonómica madrileña, está ya disponible en la red. La imagen de cabecera (la otra es un cuadro de la sublevación del cuartel de Monteleón) corresponde a un fotograma de esta tragicomedia de situación que narra la difícil vida en una humilde barriada madrileña a los pocos meses de los sucesos del 2 y 3 de mayo. Y aunque no me atrevo a pronosticar el éxito de una serie cuya difusión no es todavía nacional, deberían ir aprendiendo el nombre de Luis Valencia, porque me da que este personaje ficticio mitad héroe y mitad truhán, es de los que, como le sucedió a su predecesor andaluz, Curro Jiménez, acaban incorporándo su propia leyenda a la historia que se cuenta en las enciclopedias.
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