Si no recuerdo mal, creo que finalicé la primera entrega de esta saga (clic aquí) poniéndoles unos pequeños deberes. Como no dudo que me han obedecido, supongo que ya tienen en su cabeza una idea más o menos clara del concepto de fútbol que desean para su equipo. Es un gran paso, no lo duden, porque de este modo han logrado un destino hacia el que dirigirse. Pero no se confíen, todavía nos falta conocer la forma de poder alcanzar ese objetivo.
Imagino que ustedes al reflexionar sobre su idea de fútbol, lo primero que habrán decidido es su sistema de juego (me refiero a 4-4-2, 4-2-3-1 u otro de su agrado), y, en principio, no tengo nada que objetar a este deseo suyo de colocar a sus jugadores en una posición racional. No seré yo quien diga que el orden no es una carácterística fundamental en este maravilloso juego. Aún así recuerden que los jugadores de fútbol están dotados de movimiento, por lo que con toda probabilidad, a los pocos segundos de iniciar el partido, su maravilloso esquema haya desaparecido en medio del fragor de la contienda. Pero no se preocupen, porque en cuanto haya un momento de calma o el juego se detenga, sus bien enseñados futbolistas tenderán a reagruparse en la formación elegida.
Deduzco que se habrán dado cuenta de que a donde quiero llegar es a que se den cuenta de que lo realmente importante en este deporte son las acciones que realizan los jugadores en los intervalos transcurridos entre parón y parón de juego, estirando, encogiendo o incluso destrozando ese bonito esquema de juego por el que tanto les costó decidirse.
La escuela nacional de entrenadores dice más o menos que la táctica se compone de todas aquellas acciones de defensa y ataque que desempeña un equipo para intentar sorprender y superar a su rival. Esto y nada (o todo, según se mire) es lo mismo. Pero les deseo aclarar un matiz importante sobre los conceptos remarcados en negrita. Es obvio que en fútbol se realizan unas acciones específicas cuando se tiene el balón y otras algo distintas cuando el poseedor es el equipo rival. Pues bien, y a todos los efectos, a las primeras las llamaremos ofensivas (o de ataque), y a las segundas defensivas (o de defensa), a pesar de que no siempre el objetivo sea tan claro (me refiero a que también existen algunas acciones con balón de marcado caracter defensivo y viceversa).
Les recuerdo que hemos partido de una idea general y estática del fútbol, y que estamos a la busqueda de las acciones más básicas en las que se puede descomponer. Quizá se estén preguntando por qué este afán de desintegración. Muy sencillo, la forma más lógica de poder comprender y por lo tanto enseñar una estructura compleja es conociendo el funcionamiento y la organización de las partes de las que se compone. De cajón, ¿no?.
Vean ahora, tanto el cuadro superior como el inferior. Observarán que utiliza el término "principios" en lugar de "acciones". No es un error, no crean. Los principios son un concepto obviamente menos complejo que el sistema del que hemos partido, pero más elaborado que la simple acción. De hecho y como verán a no mucho tardar, algunos de aquéllos son realmente complicados.
Y hasta aquí este segundo capítulo, porque para poder proseguir explicándoles las posibles agrupaciones metodológicas de los más destacados principios ofensivos y defensivos, necesito que se aprendan al dedillo el contenido de estos dos magníficos esquemas, que mi admirado profesor, Juan José Vila, tuvo la deferencia de facilitarme cuando realicé el curso de entrenador de fútbol base. No me sean perezosos y estudien un poquito. Que les aproveche.
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