¿Adivinen quién está apuntando con su rifle a esa pandilla de delincuentes orientales?. Si necesitan más pistas, sólo decirles que no se engañen con la escopeta, porque nuestro protagonista es más de pistolas, más concretamente de las Magnum calibre 44 modelo 29 Smith and Wesson. Lo tienen, ¿no?.
Pues sí, es el viejo Clint Eastwood, más anciano que nunca pero aseguraría que también más en forma. Las imágenes que están viendo son capturas tomadas de la película, Gran Torino, que, con notable retraso, está a punto de estrenarse aquí en España. Y vean si está pletórico, que no contento con protagonizarla y dirigirla, Eastwood también participó en la composición de su extraordinario tema musical principal (pueden escucharlo al terminar la película o al final de este post) interpretado por Jamie Cullum.
Yo no me he podido aguantar y ya la he visto. Y bien que me alegro, por cierto. Porque este film es justo lo que esperaba ver: cine con mayúsculas, cine de siempre.
La película no sorprende, Eastwood hace su habitual personaje, un veterano y gruñón mentor que, en el fondo, no deja de ser un tierno. Y la verdad es que lo borda. Las tramas y los personajes, aunque fantásticos, son lo de menos. Hay dos hermanos coreanos a los que proteger y vengar de unos pandilleros, una vieja perra, un joven cura pelirrojo, un barbero italiano y una familia interesada y desagradecida que lo único que pretende es enviar al asilo al decrépito Clint. Y, aunque pueda no parecerlo, bien analizada, resulta una película mucho más profunda que la mayoría. Aborda temas como la muerte, la venganza, el amor, la soledad, los remordimientos, el perdón, el sacrificio, la pérdida de valores en la sociedad occidental, la emigración, etc, etc. Pero como no es nada pretenciosa, y toda esta sustancia se nos presenta acertadamente disuelta dentro de una tragicomedia corriente, ligera y entretenida, no ha merecido ser tenida en cuenta ni siquiera para optar a uno solo de los múltiples galardones de la Academia de Hollywood. Allá ellos, no saben esos snobs a quien han osado ofender. ¡Dales duro, Clint!. Y ya puesto, cárgate también un par de puentes. De Madison, a ser posible.
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