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Y es que la presión que soportan los preparadores de los equipos de élite es difícilmente soportable. Que si la prensa, que si los aficionados, que si los directivos. Que se lo digan a Scolari, el buen mister de la selección de Portugal y futuro del Chelsea, que no hace mucho explotó, y las pagó con Dragutinovic, un jugador rival (en la imagen).
Pero, lamentablemente para él, nuestro monigote no puede acogerse a esta excusa, pues no es el técnico de un gran equipo. No, él es sólo un entrenador aficionado. Apenas prepara dos sesiones por semana, y los sábados o domingos dirige a su equipo desde la banda. Bueno, lo de dirigir es un decir, porque fundamentalmente lo que hace es protestar a los árbitros, reñir a sus propios futbolistas, e insultar a todo bicho viviente que se le ocurra pasar por ahí. ¿Y saben lo peor de todo?. Pues que sus jugadores son sólo unos niños. Sí, en las manos de individuos tan poco edificantes como éste, depositamos frecuentemente las ilusiones futbolísticas de nuestros pequeños. Con razón los niños de ahora cada vez abandonan antes la práctica deportiva. Y la mayoría de las veces no es que no les guste el fútbol o no posean las cualidades necesarias, no, es sencillamente porque se han cansado de aguantar a un entrenador que ni les da minutos, ni diversión, ni ánimos, ni motivo alguno para que les apetezca seguir dándole patadas a un balón.
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Pero no se asusten, que no todos los técnicos responden a ese perfil. Hay también algunos entrenadores de base que no son para nada así. De hecho hay equipos tan felices como el que pueden ver en la fotografía superior. Y no se lo van a creer, pero sus jugadores acuden siempre así de risueños a todos los entrenamientos, pese a que no suelen ganar demasiados partidos. ¿Saben cuál es su secreto?. Muy fácil, tienen un técnico que sabe decirles "muy bien" de 80 maneras diferentes:
1 comentario:
Con unas sonrisas así, ¿a quién le importa que su equipo gane o pierda? ¡Afortunado entrenador!
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