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No sé si saben que como el perpetrar blogs no me da el suficiente trabajo, he tenido tiempo más que de sobra para sacarme la licencia de entrenador de fútbol (nivel 1, camino del 2). Pues bien, este fin de semana, un equipo británico en edad cadete (14-16 años), realizó un stage en las instalaciones del club al que pertenezco, por lo que se nos requirió a los técnicos que ahí trabajamos que realizáramos una sesión de entrenamiento con la citada escuadra extranjera. Como yo acostumbro a leer mucha literatura futbolística en el idioma de Shakespeare, no me preocupé en absoluto por los más que probables problemas de comunicación que podrían surgir en el transcurso de la tarea que se me encomendó. ¡Grave error!. Me tenían que haber visto (y escuchado, sobre todo), a mi lado, Tarzán parecería un catedrático de filología inglesa de la universidad de Oxford. Creo que aparte de las socorridas expresiones "come on" y "go", no fui capaz de articular ningún otro mensaje mínimamente coherente en inglés. Afortunadamente para mí, y para los niños sobre todo, la aparición de un no muy entusiasta traductor, permitió que pudiésemos realizar la sesión de manera que no se convirtiese, por inútil, en una completa pérdida de tiempo. De hecho, y no acabo de entender bien el por qué, tanto los chavales como sus técnicos terminaron, aparentemente, muy satisfechos con el entrenamiento ejecutado.
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