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Pues no saben qué equivocados están. ¿Para qué creen que se ha molestado Ludwig Van Beethoven en acudir a su romántica velada?. Háganme el favor de pinchar en el reproductor que he situado bajo el busto del célebre compositor, cerrar de nuevo los ojos, y regresar a donde lo habíamos dejado antes: la tranquila bahía, la luz de la luna y las tiernas caricias, que ahora son completadas por la maravillosa música de Beethoven. "Nada podría mejorar este momento", se vuelven a decir a sí mismos.
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Y casi tendrán razón esta vez, porque lo único que se podría comparar con aquel claro de luna sería... ¡otro claro de luna!. Y no parece un acontecimiento nada probable. Aunque no sé por qué me da que el maestro "Claude Debussy" ha venido aquí para algo.
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