lunes, 24 de septiembre de 2007

Las cuentas pendientes de Jose Mourinho

Por fin ha caído.

Había mucha gente esperándolo. Puntualizo, deseándolo, porque aguardar, no lo aguardaba casi nadie.

Jose Mourinho se había creado muchos enemigos, por su soberbia y su falta de diplomacia. Sus detractores nunca aceptaron su caracter ácido y corrosivo alimentado por un origen modesto y una enfermiza necesidad de querer demostrar más de lo que se le exigía. En apenas cinco años pasó de ser conocido como el antipático traductor de Bobby Robson a convertirse en el entrenador de fútbol mejor pagado del mundo. Y, ahora, en el despedido mejor indemnizado (37 millones de €, se comenta). Por el medio, ligas de Portugal, varias Premiership y una Uefa Champions league con el F.C. Porto. Sólo le faltó conseguir la liga de campeones con el Chelsea Fc, aunque la anduvo rondando estos tres últimos años.

Finalmente, su presidente, el millonario ruso, Roman Abrahamovic, celoso de la fama y prestigio que había tomado su entrenador, gracias, en parte, a su inacabable talonario de cheques, decidió cortar su problema de raíz, en cuanto se le presentó la más pequeña posibilidad: un par de resultados malos en liga y un empate ante un modesto en la liga de campeones. No le importó que contara con la baja por lesión de sus dos mejores jugadores (Frank Lampard y Didier Drogba), ni que apenas fueran cinco jornadas de liga y una sóla en la Champions. Lo único que tuvo en cuenta es que el monstruo que había alimentado se le había ido de las manos.

Él le había hecho famoso y rico a costa de su gran fortuna, pero la gente no apreciaba su esfuerzo, sólo veían la gloria y títulos que les había traído su polémico entrenador portugués. Y era a éste al que admiraban y querían. La afición le cantaba su propia canción, y torturaba sus oídos cada sábado en Stamford Bridge. Y a nadie se le ocurrió entonar nunca un cántico dedicado a su presidente. Y eso, Roman, no podía soportarlo.

Ahora, el Chelsea tiene un entrenador de paja (disculpen que no me sepa ni su nombre) y el único famoso es, ya, su presidente. Lamentáblemente para él, si no consigue resultados (y, no hace falta ser muy listo para saber que no los obtendrá), cuando te pones en el punto de mira, tienes todas las papeletas para que te disparen y te acaben dando. Así que, o huyes o te agujerean. Y esto es lo que le sucederá al ambicioso Abrahamovic. Y a no tardar mucho, hagánme caso.

Y mientras, Jose estará observando con una amarga sonrisa el hundimiento de la nave que pilotó con tanto éxito en los últimos años, harto de rechazar suculentas ofertas de los mejores equipos del mundo, porque él sólo espera una llamada, la de Abrahamovic diciendo: "Lo siento, Jose, me equivoqué, vuelve, por favor". Pero no la recibirá, porque ambos, Roman y José, saben cuál sería la respuesta.

Otro día les hablaré de las cualidades de Mourinho como técnico, su revolución metodológica y su enorme influencia en la actual forma de entrenar de la mayoría de equipos de la élite.

Pero, no se engañen, a pesar de mi innegable admiración, no me apena Mourinho. Yo soy otro de los que también guardaba cuentas pendientes con el egocéntrico técnico portugués. El Fc Porto, impidió que mi equipo, el Rcd Deportivo, accediera a una final de liga de campeones. Así que, tras cuatro años aguantándome las ganas, por fin puedo desahogarme y gritar:

¡Jódete, "Mou"!

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