miércoles, 1 de julio de 2009

Mejorando la Ley de Memoria Histórica

Hace apenas unos días el Ayuntamiento de Madrid retiró a Francisco Franco el título de alcalde honorario de la Villa (ver noticia), en virtud de lo recomendado por la controvertida Ley de Memoria Histórica. Y digo controvertida porque por no contentar no contenta ni siquiera a sus promotores, los herederos del bando republicano, que la consideran demasiado "light" a la hora de hacer desaparecer de nuestras ciudades los últimos rescoldos de la dictadura franquista. Y la verdad es que tienen razón: la Ley de Memoria Histórica es francamente mejorable.

Así que, tras muchas horas de análisis y estudio del pensamiento "Zapateril", creo que estoy en condiciones de ofrecer no una solución, sino dos, a esta problemática antes expuesta. A continuación lean mis dos alternativas para la reforma de esta ley, y escojan la que prefieran:

-Artículo único de la primera propuesta: La guerra civil la ganamos los rojos. Gracias a Carrillo, Víctor Manuel y Ana Belén y, sobre todo, al abuelo bueno de Zapatero, que consiguieron convencer pacíficamente al ejército fascista de que depusiese sus armas, recibiendo a cambio, y como justa represalia, que no tortura, ejemplares ilimitados del último manual homologado de la asignatura Educación para la Ciudadanía.

-Artículo único de la segunda propuesta: Bueno, vale, quizá la guerra la ganó Franco, pero no es cierto que se muriera tranquilamente en la cama tras gobernar cuarenta años. No, ni mucho menos. A Franco se lo cargó Zapatero, que entró vestido de espadachín en la residencia del Caudillo, y al repetitivo grito de "Hola, me llamo Rodríguez Zapatero, tú mataste a mi abuelo, prepárate a morir", acabó (eso sí, tras encarnizada pugna con el peligroso octogenario) introduciendo una estaca en el duro corazón del dictador, evitando así que Franco pudiese huír convertido en murciélago a la isla donde se esconden Hitler y Elvis Presley. Tras esta hazaña, nuestro presidente fue felicitado con un beso en los morros por parte de la Pasionaria y/o Pedro Zerolo.

¿Qué se consigue con estos sencillos cambios en la ley?, se estarán preguntando. Pues muy fácil, yo se lo explico. Sabido es que en este país tenemos la hábil costumbre de hacer la pelota al poderoso, de ahí que sólo otorguemos títulos y honores a la gente triunfadora, sea en el ámbito que sea. De tal forma, si por ley establecemos que los franquistas han perdido la guerra o, en su defecto, que han sido finalmente derrocados por los "demócratas", ¿quién va a querer conservar en su pueblo una calle o una estatua dedicada a uno de estos fracasados? Creánme, seguro que nadie va a protestar por su retirada. Elemental, ¿verdad?. Problema resuelto. No me lo agradezcan. Para eso estamos.

Imagen cabecera (muy a su pesar, supongo): iucomarcaronda.blogspot.com

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